Este sábado, dos localidades cordobesas fueron las testigos de la nueva historia de amor que os traigo en el día de hoy, entre Ana y José. Un amor que ha tenido como fruto a una personita de ojos azules y sonrisa risueña.
El día comenzó tomando rumbo hacia Bujalance, en una mañana otoñal, de esas que llevábamos tiempo sin tener, con un cielo algo amenazante pero que, a medida que se adentraba el día, iría entornándose a un día apacible y con un sol que se asomaba entre unas nubes altas, como queriendo ser testigo sutil de este gran día. Allí se encontraba José, con los últimos retoques de peinado, de manos de su peluquero Juan Córdoba.
Su padre fue el encargado de ayudarle a vestir su chaqué de la marca cordobesa Silbon, bajo la atenta mirada del pequeño José, testigo directo de esta gran jornada, que no quiso perder detalle de ese día.
Poco a poco, fueron llegando la familia y amigos de José, para acompañarlo en estos momentos previos, brindando con una copilla de ese aceite esencial procedente de la matalahúva y que en los momentos especiales ayudar a temperar los nervios.
Del brazo de su madre y madrina, tomó rumbo hacia la calle y bajo el atruendo de una traca pirotécnica, de esas que se dejan escuchar allá por la festividad de “las Fallas” valencianas, se quedó José a la espera de la hora señalada.
Ya en Montoro, se encontraba Ana en los últimos ajustes de maquillaje y peluquería, de mano de Leo Velasco y Silvia Noguero, respectivamente.
Como teletransportado, allí se encontraba el pequeño José que, al igual que hizo con su padre, no quiso perderse ningún detalle de su mamá. También acompañaban a Ana su hermana y sus padres.
Con mucha tranquilidad, dispuesta y consciente de que era un gran día, la novia disfrutaba de los momentos previos, antes de ponerse su vestido, de la firma Pronovias.
Ayudada por su hermana, se calzó sus zapatos de novia, de Calenda. En ese momento, y con un cruce de miradas, brotó la emoción de los ojos de Silvia.
A medida que iban pasando los minutos, fueron llegando amigas y más familiares para acompañarla, viviendo momentos simpáticos entre ellas, de complicidad y amistad.
Su padre, junto al pequeño José, fueron los encargados de entregarle el ramo a Ana, realizado, al igual que el exorno floral de la iglesia, por floristería S. Bartolomé.
Llegada la hora, tomó rumbo hacia la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de Montoro, donde la estaba esperando José.
Con las melodías del tema “Orobroy”, interpretado por un dueto de violín y piano se cruzaron sus miradas en el altar, donde se dieron el “Sí, quiero”, resaltando la espontaneidad del pequeño José con sus padres durante toda la ceremonia, sobre todo en el momento de entregarles las alianzas, que iban montadas sobre un bastidor llevado a cabo por Dulces Recuerdos 3D, los cuales también realizaron otros bastidores como regalo para los padres de los novios.
A la salida de la iglesia, una lluvia, pero no como la que preocupó a la pareja la noche anterior, sino de tupidas mariposas y arroz, los novios fueron recibidos por todos los invitados.
Antes de tomar rumbo hacia Bujalance, donde se llevaría a cabo el banquete, les robé unos minutillos para hacer unas tomas de la pareja en el Monumento Natural de Guadalquivir, a su paso por Montoro.
Ya en Bujalance, se encontraban los invitados, disfrutando de un magnífico servicio, ofrecido por Restaurante “Casa Patricio”, un lugar cargado de significado para José, pues fue fundado por Patricio y Emilia, sus abuelos. Este matrimonio es de reconocido prestigio en el ámbito de la hostelería cordobesa.
Tras el almuerzo, disfrutaron de la posterior fiesta, amenizada por Pedro Dimak, y la participación de Lourdes Balastegui con el Glitter´s Coner hasta bien entrada la madrugada.
Como es habitual, os dejo con el resumen fotográfico de este gran día.