Érase una vez una linda y joven pareja, la cual, decidieron unir sus vidas para siempre, acompañados de sus familiares y amigos, en una apacible tarde de verano… 

De esta forma comenzaban todos esos cuentos de hadas que, tanto leídos, como narrados nos transportaban a un mundo mágico y de ensueño. Así fue la boda de Natalia y Cristian del pasado sábado.

Acompañado de mi compañero videógrafo Manolo, de Garphy Films, comenzamos la tarde en casa de Cristian, donde se encontraba acompañado de sus amigos, tomándose un refrigerio “quitanervios”.

Comenzó vistiéndose su traje de Nuria Novias, con ayuda de su madre y hermana, así como otros amigos y familiares, que le ayudaron en esta tarea. 

Poco a poco iban brotando los sentimientos y las emociones, simples miradas que expresaban amor, cariño e ilusión. 

Una vez terminado Cristian, siguió disfrutando de los momentos previos junto a sus amigos, mientras nosotros fuimos hacia casa de Natalia. Allí se encontraba terminando su sesión de maquillaje, a cargo de Leo Velasco, acompañada por su familia y sus damas de honor. 

Su tímida mirada expresaba emoción y nerviosismo a partes iguales, aunque de una manera contenida. Ya terminado el maquillaje, y la previa de peluquería, llevada a cabo por Juani Cano, Natalia comenzó con la labor de colocarse su vestido, salido directamente de un cuento de hadas, llevado a cabo por Centro novias, cargado de simbolismo que, tal como nos expresó la novia, estaba inspirado en el que la princesa Cenicienta usó en ese baile mágico. El brillo en sus ojos rebosaba felicidad al verlo. 

Como la princesa salida de la imaginación del mismo Walt Disney, Natalia siguió colocándose sus complementos, con ayuda de sus familiares y amigos, como sus zapatos de cristal, de Calenda. 

Cuando el reloj iba agotando los minutos antes de la hora fijada, su peluquera Juani Cano, le puso su velo, cual cielo plagado de mariposas, de Nuria Novias y Blanca Parra. 

Muchos fueron los momentos de emoción que se vivieron cuando sus familiares, amigas y damas de honor la vieron vestida. 

El reloj marcaba las 20y30 y el golpe de tamboril y gaita rociera de Juan Antonio JiCa comenzó a sonar con melodías que nos acercaban a ese cielo Almonteño, del que Natalia y su familia es fiel devota. 

En la puerta, como si un hada madrina hubiera pronunciado esa famosa frase de “babidi babi di bú”, se encontraba una hermosa carroza tirada por cuatro caballos, salida directamente del cuento de Cenicienta, de Carruajes la vitola. En él rumbo hacia la Parroquia de San Bartolomé, donde ya estaba esperando Cristian. 

La iglesia se encontraba decorada por Planelles mundo Natura, artífices del precioso ramo de rosas rojas que llevaba la novia. 

Abriendo paso al cortejo de la novia, los pequeños con las alianzas y arras, que iban portados en los trabajos artesanales realizados por Dulces Recuerdos 3D. Seguidamente las damas de honor y, por último, Natalia del brazo de su padre. 

Tras la emotiva ceremonia, los recién casado salieron bajo una lluvia de arroz y confeti, y subidos en su carroza, dieron un paseo por el meandro natural del Guadalquivir a su paso por Montoro, donde aprovechamos para hacerle unas tomas que formarán parte del recuerdo del día más feliz de sus vidas. 

Ya en el Salón “La Caseta” de Montoro, disfrutaron de una fantástica cena, en la que se volvieron a vivir momentos emotivos. 

En esta ocasión y, por suerte, a diferencia del famoso cuento, la magia siguió más allá de la media noche, y disfrutaron de su fiesta hasta que el sol rompió el horizonte, amenizada por Pejota DJ. 

Con el deseo de que Natalia y Cristian sean felices, como lo fueron durante este día, y que coman perdices para siempre, os dejo con el resumen fotográfico. 

 Colorín colorado…